Hay días que ser maestro escuela cuesta, y hoy ha sido uno de ellos.
No voy a develar los motivos porque lo que pasa en el aula se queda en el aula, pero siento que a veces mis alumnos no me escuchan, no me entienden, no se dan cuenta de que todo lo que les digo es por su bien, no por fastidiarlos.
Ellos saben de sobra que no me gusta estar en clase mosqueados con ellos, pero ellos a veces hacen que me mosquee.
Y cuando sucede eso, me quedo con las miradas de algunos alumnos y alumnas que, a su manera, me piden perdón porque saben que su comportamiento no ha sido el adecuado.
A otros les sigue entrando por un oído y saliendo por el otro.
Mañana espero que el día sea mejor que el de hoy.

