Este año me he empeñado en hacer de mis clases de matemáticas un lugar sencillo, donde los números jueguen con las sonrisas de mis alumnos para que poco a poco vayan encontrando su sitio.
El reto es mayúsculo porque siempre me han tirado más las letras y los libros, y fruto de ello es que me gusta juntarlas de vez en cuando.
Pero por ahora, lo voy consiguiendo, le vamos ganando la batalla y en unos meses conquistaremos ese castillo donde se alzan esos pequeños soldados que nos hacen cuantificar el día a día.
Si me vieran algunos de los maestros que tuve de pequeño…

