¿Qué hago?

Lo más frustrante para un docente es no llegar a un alumno.

Y en este primer trimestre me está sucediendo algo parecido con varios.

No logro motivarles.

No consigo llegar a ellos.

No encuentro las palabras y los gestos que me ayuden a ayudarles.

Son alumnos que pueden sacar dar más de sí si trabajaran más en sus tareas y si repasaran lo que llevamos visto en clase.

Pero no quieren. La vida les pesa y no les importa expresarlo.

Esta parte de la labor de un maestro es dura, complicada, y te hace darle un y mil vueltas para intentar descubrir qué les pasa y por qué todo les da igual.

No pienso tirar la toalla, pero… ¿y ellos?



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