Hace una semana, mis pasos me llevaron hasta Caleruega, un suspiro en mitad de la provincia de Burgos donde el tiempo avanza bajo el susurro de la obra de Santo Domingo de Guzmán.
Allí, entre docentes y compañeros, se establecieron las líneas a seguir para decirle al mundo qué somos y cómo vivimos la educación tras los muros de nuestros centros educativos.
Allí vimos la importancia de caminar siempre de la mano porque es la única forma que existe de sortear las piedras de algunos senderos sinuosos.
Y allí nos dimos cuenta de que somos obras de arte de un Dios que nos quiere tal y como somos, tal y como respiramos, tal y como miramos.
Ser docente es ser el arquitecto del conocimiento, el guía que moldea mentes y el catalizador del potencial humano. Nuestra trabajo va mucho más allá de transmitir información, ya que implica inspirar, motivar y cultivar en cada estudiante la curiosidad, el pensamiento crítico y la pasión por aprender.
Un educador excepcional no solo domina su materia, sino que también desarrolla una conexión empática con sus alumnos, adapta su metodología para atender a la diversidad de ritmos y lleva a cabo diversos estilos de aprendizaje en función de las necesidades de su aula.
Pero cuando esa labor profesional la haces bajo el amparo de Santo Domingo, comprendes que la mejor forma de combatir la ignorancia es a través de la formación intelectual y espiritual.
Su ejemplo nos enseña que una educación de calidad debe ser completa, y que la palabra, cuando se utiliza con sabiduría y preparación, tiene el poder de transformar las miradas con las que el mundo se rige.
Y ese mensaje es que los responsables de marketing tenemos que mimar y gritar a los cuatros vientos para que los vientos se asomen a nosotros con ganas de quedarse a vivir cerquita de nuestras azoteas.
Esa es nuestra labor.
Esa es nuestro cometido.
Ese es nuestra encomienda.
La excelencia docente es el corazón de la educación, el marketing educativo es la estrategia que le permite latir y expandirse, y el legado de Santo Domingo de Guzmán es la inspiración que nos recuerda el verdadero propósito de nuestra misión.
Levantemos la vista, oteemos el presente y que nunca se nos olvide que los responsables de marketing somos la voz que cuenta las historias que se cuecen es nuestras escuelas.

