Confío en ti

Cuando hablamos de educación, solemos centrarnos en metodologías, recursos y tecnología, pero hay un factor que, si no surge o falta, hace que todo lo demás pierda sentido: la confianza entre profesores y alumnos.

No hablo de confianza como una idea bonita para decorar discursos. Hablo de una confianza real, la que hace que un niño o una niña se sienta seguro para equivocarse, para preguntar, para intentar y para aprender sin miedo.

Confianza no es permisividad

A veces se confunde la confianza con “dejar hacer lo que quieran”. No es eso. Confiar en los alumnos significa creer en su capacidad de aprender, en su potencial para mejorar y en su derecho a equivocarse sin ser castigados por ello. Un niño que siente que su maestro confía en él es un niño que se atreve a participar, a ser el mismo, a sacar de las entrañas de su ser su tesoro más valioso.

La confianza no elimina las normas; al contrario, las hace más efectivas porque los alumnos entienden que no son castigos impuestos, sino acuerdos que facilitan el aprendizaje de todos.

El miedo bloquea, la confianza abre caminos

Muchos niños llegan al aula con miedo: miedo a fallar, miedo a ser ridiculizados, miedo a decepcionar. Si el aula refuerza esos miedos con correcciones agresivas o falta de paciencia, su cerebro entra en modo defensa y deja de aprender.

En cambio, si en el aula hay confianza, los errores se convierten en oportunidades. Un profesor que confía en sus alumnos les dice con su actitud:

* Se que puedes mejorar.

* Tu esfuerzo importa más que el resultado inmediato.

* No pasa nada si te equivocas, aquí­ estamos para aprender.

Pequeños gestos que construyen confianza

No se trata de hacer discursos motivacionales cada mañana , sino de demostrarlo en el día a día.

Algunas acciones simples que tienen un gran impacto en nuestro día a día son:

Escuchar realmente cuando un alumno habla.

No ridiculizar errores ni compararlos con otros.

Dar responsabilidades y confiar en que pueden cumplirlas.

Permitirles opinar y participar en decisiones del aula.

Reconocer sus logros sin exagerar ni infantilizar.

Confianza que transforma

Un aula basada en la confianza genera alumnos más autónomos, seguros y motivados.

Y, lo mejor de todo, es que esa confianza se convierte en una herramienta para la vida.

Un niño que crece en un ambiente donde se le respeta y se confía en él, será un adulto que confía en sí mismo y en los demás.

Porque al final, más allá de los contenidos y las notas, lo que realmente enseñamos es cómo enfrentarse al mundo.

Y ese mundo necesita menos miedo y más confianza.

Ese mundo necesita que los alumnos brillen como estrellas de su propio universo.

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