Hace unos días que las aulas han vuelto a escuchar y a empaparse de las sonrisas y los latidos de nuestros alumnos.
Tras el parón vivido para acunar el nacimiento del niño Dios – principio y fin de la Navidad-, las agendas y los cuadernos vuelven a tacharse y a escribir fechas cargadas de fríos y nuevos objetivos.
Para un docente como yo, que este año vuelve a ser tutor de la Etapa de Primaria, esto significa continuar por la senda marcada al inicio del calendario, y motivar a mis alumnos para sigan caminando por la senda del aprendizaje.
Y es que eso es lo más importante de todo esto: que ellos aprendan.
Y me da igual las formas o la metodología; lo importante es que ellos adquieran conocimientos y que sus cerebros se vayan nutriendo del suficiente bagaje para que luego la vida no les pille de sorpresa y le de guantazos sin manos.
Es una tarea ardua, pero bonita.
Es un cometido difícil, pero cargado de optimismo.
Y aquí ando, viendo cómo desarrollar conceptos matemáticos y hacerles ver que el cuerpo humano hay que cuidarlo todos los días para que llegue el día en el que él cuide de nosotros.
Seguir caminando…
Seguir aprendiendo…
Seguir creciendo…
