Un pequeño a partir de los 12 meses puede ser capaz de agarrar una pintura y hacer marcas en un papel.
Desde ese momento, y de manera progresiva, irá desarrollando un mejor control manual y un agarre más eficaz para conseguir dibujar trazos más definidos hasta finalmente alcanzar su propia y personal escritura.
Un lapicero (o cualquier otro útil de escritura) es una herramienta que aumenta su eficacia si el agarre que ejercemos sobre él es el correcto.
Un agarre ineficiente puede afectar de manera negativa al control de los movimientos, lo que provoca en los niños mala letra, necesidad de emplear más tiempo, cansancio, molestias… por eso es tan importante fomentar el desarrollo de un agarre maduro y eficiente.
El uso de herramientas y útiles de escritura (pinturas, rotuladores, ceras…) normalmente comienza en los años preescolares, aunque es necesario que previamente la función manual haya ido desarrollándose a través de un amplio número de actividades variadas: gatear, jugar con arena y otras texturas, plastilina, agarrar, alcanzar, tirar, soltar, aplastar, empujar, rasgar, hacer puzles, construcciones, piezas de distintos tamaños…
En definitiva, las destrezas necesarias para conseguir un agarre de los útiles de escritura de manera efectiva requieren de un trabajo conjunto de aspectos cognitivos, perceptivos y sensorio-motores.

